Tras su irrupción en el estrellato a principios de la década de los años 50, como miembro del legendario cuarteto de Gerry Mulligan, inició una vida que alcanzaría proporciones mitológicas. Famoso en el mundo entero como intérprete y compositor, recorrió el globo durante años cual vagabundo de clase alta, sin hogar ni cuenta bancaria, pero siempre bien surtido de drogas. Un hombre guapo y soñador que podía encandilar con sus improvisaciones a los mismísimos pájaros, un trompetista que además cantaba e hipnotizaba audiencias con actuaciones celestiales, un yonqui incorregible que se perdía conciertos porque había sido arrestado o porque necesitaba más tiempo para que su boca se adaptara, una vez más, a una dentadura nueva.
Bien vestido, reacio solamente al tabaco, nativo del interior profundo de EE.UU. y con sus servicios al ejército en el legajo, su imagen coincidía con la de un posible personaje de película. Algo así como “el patriota campesino que, gracias a la magia de su trompeta, conoció el éxito”, pero sus seguidores percibían algo que los demás ignoraban. No lo admiraban por su cercanía con el modelo del buen joven norteamericano sino por lo contrario. Ellos se daban cuenta que su mirada casi siempre estaba en otro lado. Toda buena historia es contradictoria. Si Romeo no hubiera acabado de matar al hermano de Julieta, la pasión de ella no habría sido la misma. Y si hay una buena historia en el jazz es ésta, la de Chet Baker
PISTA 01 – A FOGGY DAY – 3:24
Pista 02 – Walkin’ Shoes (Gerry Mulligan Quartet) – 3:13
Pista 03 – It’s Always you (Vocal) – 3:35
Chesney Henry Baker Jr. (Yale, Oklahoma 23 de diciembre de 1929) uno de los músicos de jazz más populares de la historia: imagen, biografía, leyenda y cualidades artísticas conformaron un artista sumamente atractivo para el gran público, desbordando los habituales círculos restringidos del jazz. Su música, exponente del estilo cool (el west coast jazz de los años cincuenta), es sumamente accesible y delicada, y casi siempre está vinculada a la balada intimista, lírica y delicada, tanto en su vertiente instrumental como vocal. La trompeta de Chet Baker suena con una suavidad y tranquilidad similar a la de su voz.
El padre de Baker, Chesney Henry Baker, Sr., era guitarrista y su madre trabajaba en una perfumería. En 1940 se trasladaron de Yale a Glendale, en California. Siendo niño, Baker cantó en concursos de aficionados y en el coro de la iglesia. En su adolescencia, el padre le compró un trombón, que luego reemplazaría por una trompeta al ser este primero demasiado grande para el chico. Su primer aprendizaje musical tuvo lugar en el instituto de Glendale, aunque su formación musical terminó siendo puramente intuitiva. En 1946, con 16 años, abandonó la escuela y se enroló en el ejército. Fue enviado a Berlín, donde tocó en la 298th Army Band. Tras su regreso, en 1948, se apuntó a El Camino College en Los Ángeles, donde estudió teoría y armonía mientras tocaba en los clubes de jazz; abandonó los estudios al segundo año. Se volvió a alistar en el ejército en 1950 y se convirtió en miembro de la Sixth Army Band en el Presidio, en San Francisco. Siguió actuando en los clubes de la ciudad y finalmente consiguió por segunda y definitiva vez su liberación del ejército para convertirse en un músico profesional de jazz.
Inicialmente, Baker tocó en la banda de Vido Musso y luego con Stan Getz. (La primera grabación de Baker es una interpretación de "Out of Nowhere" que aparece en una toma de una jam session realizada el 24 de marzo de 1952). Su éxito llegó rápidamente cuando en la primavera de 1952 fue elegido para tocar con Charlie Parker, debutando en el Tiffany Club de Los Ángeles el 29 de mayo de 1952. Ese mismo verano, empezó a tocar en el cuarteto de Gerry Mulligan, grupo compuesto sólo de saxo barítono, trompeta, bajo y batería, sin piano, que atrajo la atención durante sus actuaciones en el nightclub Haig consiguiendo realizar grabaciones para el recién creado sello Pacific Jazz Records El primer LP fue Gerry Mulligan Quartet, que incluía la famosa interpretación de Baker de "My Funny Valentine".
El Gerry Mulligan Quartet duró apenas un año: en junio de 1953 su líder ingresó en la cárcel por drogas. Baker formó su propio cuarteto, que en principio contaba con Russ Freeman al piano, Red Mitchell al bajo y Bobby White a la batería; realizó su primera grabación como líder para Pacific Jazz el 24 de julio de 1953. En 1954, Pacific Jazz realizó Chet Baker Sings, un disco que incrementó su popularidad y que le haría seguir cantando el resto de su carrera. Su popularidad le hizo trabajar en una película, Hell's Horizon, de 1955, pero declinó un contrato con unos estudios para llevar a cabo una gira europea desde septiembre de 1955 a abril de 1956. A su regreso a Estados Unidos formó un quinteto con el saxofonista Phil Urso y el pianista Bobby Timmons. Contrariando su reputación de intérprete relajado, Baker tocó con este grupo al estilo bebop, que grabaría el disco Chet Baker & Crew para Pacific Jazz en julio de 1956.
Pista 05 – Crazy Rhythm (w. Stan Getz) – 8:44
Pista 06 – The Thrill is Gone (Vocal) – 2:50
West Coast jazz (en español: jazz de la costa oeste) es un estilo del jazz que se desarrolló desde Los Ángeles, California, en la misma época en que el hard bop se desarrollaba en Nueva York, en los años cincuenta y sesenta. El West Coast jazz se considera habitualmente como la corriente principal del Cool. (Sin embargo, el primer reconocimiento general del nuevo estilo, y el acto que le dio nombre global, fueron las grabaciones de Miles Davis llamadas “Birth of the cool”, que se grabaron, en enero de 1949, en Nueva York.) El estilo tuvo un gran éxito entre los músicos y el público durante la década de 1950. El West Coast jazz se caracteriza por ser un estilo menos frenético, más calmado, que el hard bop. Es un “jazz de blancos”, acomodados y bien asentados en lugares tan poco “undergrounds” como la playa de Hermosa Beach. Ciertamente, un porcentaje muy apreciable de los músicos del género eran blancos, pero en el estilo hay un buen número de creadores de origen afroamericano que han sido indispensables en su desarrollo.
Otra característica del género, fue su éxito comercial, facturando discos que se vendían por millones: es el caso de Dave Brubeck y Paul Desmond, con su triunfal “Take Five” (incluido en el disco Time Out). También facturó un buen número de copias de su “West Coast Jazz” el saxo tenor Stan Getz, que después arrasaría con su fusión brasileña. Además del exitoso “Peter Gunn” de Henry Mancini, que se tiró de cabeza al estilo, con repercusión mundial. Otro grupo que consiguió bastante repercusión fue el cuarteto sin piano de Gerry Mulligan y Chet Baker, a comienzos de los años 1950.
Esta es la primera entrevista de Chet Baker publicada (Jazz Magazine). Era en 1963 y analizaba, entre otras cosas, su asociación con Gerry Mulligan.
Chet, ¿cómo nació el cuarteto con Gerry Mulligan?
Gerry viajó en autostop desde Nueva York a California. Era durante el invierno de 1952 o la primavera de 1953. Lo conocí en otoño. Me llamó para pedirme que ensayara con él. Hicimos un ensayo. Nos entendimos muy bien y formamos el cuarteto casi inmediatamente.
Fundé mi propio cuarteto con Russ Freeman, Carson Smith y Bob Neel. Bob Whitlock no estaba disponible. En aquella época, Whitlock estaba bastante perturbado y quería convertirse en sacerdote. Hasta fue a un seminario. Quería ser un hombre de Dios. Russ Freeman es un muy buen músico y una persona encantadora. No es, como se ha dicho, un músico frío. Es un hombre muy sincero. Toca con el corazón. Un buen músico es aquel que, desde el momento en que coge su instrumento, olvida que está ofreciendo un espectáculo. Se limita a tocar. Sé muy bien que a veces es útil gastar bromas para crear una atmósfera, pero los grandes músicos no lo necesitan. A veces, al salir del escenario, están muy tristes. En cuanto a mí, he pasado por diferentes fases. Quiero seguir investigando: ser original siempre que pueda, consolidar mi propia personalidad. No repetir continuamente lo mismo.
Usted es un músico de la West Coast. ¿Qué opina de la experiencia “West Coast”?
La escuela West Coast fue un puro accidente. Personalmente, no tuve la impresión de formar parte de ella y ningún músico de la West Coast me ha influido.
¿Es muy cerrado el ámbito de los músicos negros en Estados Unidos?
Sí, sobretodo en Nueva York. Es casi imposible para un músico blanco entrar en ese círculo. El jazz, sin embargo, es música: cualquiera puede tocar jazz. Es estúpido decir que los negros crearon el jazz. Cualquier blanco puede tocar jazz. El jazz ha sido el resultado de una aportación típicamente americana. Cada uno improvisaba, con una flauta de pastor o en una iglesia. Nada en el mundo es tan tajante. Desde el momento en el que el jazz se implantó en Nueva Orleáns, había músicos por todos lados, que tocaban igual que los negros. Estos últimos alcanzaron la fama a pesar de ellos. Todo el problema viene de la palabra “jazz”. No me gusta esta palabra. Es demasiado restrictiva. La música es la música. Chopin también improvisaba...
Hay gente que se pasa la vida distinguiendo lo que es jazz y lo que no lo es. Como si la belleza necesitara etiquetas. Se puede tocar admirablemente bien por detrás del tempo. Y puede ser bello. La música clásica y el jazz no coinciden en los medios pero si en los fines: crear una música que sea bella. El primer trompeta de la orquesta filarmónica de Nueva York que tocará a Stravinski, tocará lo mismo durante seis meses y, sin embargo, siempre será diferente. Nosotros, no tocamos nunca lo mismo pero explotamos la misma idea hasta agotarla.
PISTA 07 – TENDERLY – 6:44
Pista 08 – ZING! When the Strings on my Heart – 6:00
Pista 09 – I Get Along Without You Very Well - 3:00
Pista 10 – Time after Time - 2:35
En 1953, Chet Baker estaba en la cresta de la ola. La revista «Down Beat» le había señalado como el mejor trompeta del año. Abanderaba con otros instrumentistas blancos, Dave Brubeck, Stan Getz, Art Pepper y Gerry Mulligan, aquello que se llamó cool jazz y que, como decía Miles Davis, no era otra cosa que la música negra de siempre destripada. De hecho, Baker había copiado de Davis casi todo lo que exhibía: era, como otros muchos, un producto de Birth of the cool, pero los críticos se habían empeñado en hablar de él como si fuera la reencarnación de Cristo.
Tenía razón Davis en quejarse. Chet Baker no tocaba mejor que otros trompetistas negros, y mucho menos que Clifford Brown, Dizzy o él mismo. Mayormente era un tipo con suerte que le sacaba dulces sonidos a su instrumento y susurraba las canciones; muy joven, blanco, con una ternura fingida y una presencia a lo James Dean que volvía locas a las mujeres. En Hollywood lo llamaban el «James Dean del bebop» y los periódicos decían de él que era más guapo que la muñeca Barbie. Conducía coches caros, y Charlie Parker, leyenda viva del jazz, le había elegido para que lo acompañase cuando visitó Los Ángeles. La serie de fotografías que Willliam Claxton le hizo en 1953 da muestra del esplendor del artista.
Eso era Chet Baker a principios de la década de los cincuenta. Otra cosa distinta es en lo que después se convirtió cuando la heroína empezó a hacer estragos. El «caballo» no es que le venga bien a la salud de nadie, pero a los músicos les sienta fatal. A Baker, víctima toda su vida de los excesos, le cayó como un tiro, igual que a Bird y al propio Davis: tanto que su talento se fue diluyendo en pompas de jabón.
En pleno descenso a los infiernos, decidió cambiar de aires. Los primeros sesenta lo cogieron en Europa, el lugar elegido por otros músicos norteamericanos para probar fortuna y evitar la dureza de la ley con el consumo de drogas. El jazz era, además, una fuente de modernidad y seducción para los europeos más cultos, sobre todo en Holanda, Alemania, Inglaterra, Francia e Italia. Al llegar, se instaló en este último país, donde un juez, antes de condenarlo, se refirió a él como un sujeto con «cara de ángel y corazón de demonio». Fue arrestado en Italia en el verano de 1960 y pasó casi un año y medio entre rejas. Celebró su regreso grabando en 1962 Chet Is Back! para la RCA. A finales de año, sin embargo, fue arrestado en Alemania occidental y expulsado a Suiza, luego a Francia y, finalmente, a Inglaterra. Pero fue deportado de nuevo a Francia a causa de otro problema con las drogas en 1963. Vivió en París y durante todo el año siguiente actuó en Francia y España, pero tras ser arrestado una vez más en Alemania occidental, fue deportado a Estados Unidos, a donde llegó en 1964.
Un día de 1966, en San Francisco, le rompieron la dentadura supuestamente por no haberles pagado a los camellos que le abastecían de polvos. No hay nada peor para un trompetista que quedarse sin dientes, pero perderlos uno a uno porque al matón se le ocurra imitar a un sacamuelas debe de resultar, además, especialmente doloroso.
«Chet sin dientes» ya no fue el mismo. Tocar la trompeta era un espantoso sufrimiento. Encargó sin éxito nuevas boquillas para su instrumento y acabó pasándose al fiscorno, para, finalmente, retirarse temporalmente de la música. Durante algunos años trabajó en una estación de servicio poniendo gasolina. Retomando cierto control sobre su vida gracias a tomar metadona para controlar su adicción a la heroína, y con la inestimable ayuda de su colega Dizzy Gillespie, Baker regresó fundamentalmente con dos actuaciones: una en un importante club neoyorkino en 1973 y otra en un concierto con Gerry Mulligan en el Carnegie Hall en 1974. Hacia mediados de los setenta, Baker regresó a Europa donde seguiría actuando de forma regular, con viajes ocasionales a Japón y regresos a Estados Unidos. Atrajo también la atención de los músicos de rock, con quienes llegó a actuar, por ejemplo con Elvis Costello en 1983.
PISTA 11 – ALMOST BLUE – 8:53
Pista 12 – Let’s Get Lost – 3:45
Pista 13 – Blue Room (Vocal) – 1:28
En 1987, el fotógrafo y director de cine Bruce Weber emprendió la grabación de un documental sobre Baker: “Let’s Get Lost.” Webster, que se había aprovechado de la imagen del músico para devolverle cierta belleza marchita a la publicidad de Calvin Klein en los ochenta, empezó a ocuparse del documental en los meses que precedieron a la muerte del trompetista en mayo de 1988. Logró filmar su desgarrado testamento antes de que se cayese por la ventana del hotel de Amsterdam hasta el culo de «speedball», palabra con la que se denomina a la combinación de cocaína y heroína mezcladas en la misma jeringuilla y que se inyecta vía intravenosa; así la definía con sus propias palabras cuando le preguntaron cuál era su droga preferida: «Aaah... una que mata de miedo a otra gente», explicó con una ligera sonrisa. Se llamaba “speedball”. «Esa primera subida de coca es una... sensación devastadora. Vamos, que da miedo». Hacia el final de su vida un «roadie» que conoció en Holanda se quedó estupefacto al ver la cantidad de droga que consumía en un día: seis gramos de speedball al día, cuatro veces la cantidad que puede consumir un yonqui normal, «se podía matar a una manada de vacas con eso». Sin embargo Chet no murió por sobredosis, su muerte está rodeada de misterio; simplemente apareció muerto debajo de una ventana de la habitación en la que se hospedaba en un hotel de Ámsterdam, así, sin más explicaciones. No se sabe si decidió arrojarse o simplemente perdió el equilibrio cuando intentaba colarse por la ventana de la habitación para recoger el instrumento que había olvidado dentro, al igual que las llaves.
El misterio que rodea a este último episodio sólo se puede equiparar al de la pérdida de la dentadura. Sin embargo, es presumible que ambas pérdidas, la de la vida y la de los dientes, tengan que ver con el hecho de no haber sabido encontrar a tiempo el camino adecuado, que es otra forma de perderse. Cuando murió tenía 59 años y no llegó a ver el montaje definitivo del documental.
- Vamos a ponernos en marcha y no vamos a parar hasta que lleguemos allí.- ¿Adónde vamos, tío?
- No lo sé, pero vamos a ir.
Jack Keoruac
En el camino
PISTA 14 - MY FUNNY VALENTINE – 13:00
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